Han pasado casi dos semanas de la defensa de mi tesis doctoral y todavía siento que hay cosas pendientes, que debo revisar esto y lo otro, que el tribunal me puede preguntar por este o por aquel tema. Mi subconsciente sigue trabajando en modo doctorando, pero ya soy doctor.
En septiembre del año 2020 envié mi primer correo al programa de doctorado en Comunicación de la Universidad de Huelva pidiendo información. En este punto ya había pasado un año haciendo un doctorado en Ciencias de la Educación, virtual, con una universidad mexicana, y para ser sincero no quería hacer nada relacionado con un doctorado; pero la motivación de tener un cambio de vida, un cambio de ambiente, un nuevo entorno, era más fuerte y el camino para que eso se pudiera llevar a cabo era haciendo un doctorado en España y así poder viajar con la familia.
2020 fue el año de la pandemia. Ya para septiembre muchas cosas habían pasado y muchas cosas estaban pasando en el mundo, y en mi cabeza. La información a mi primer correo llegó y procedí a revisar y a llevar a cabo todo el proceso de admisión que nunca vi fácil. Siempre pensé que entrar era un regalo de Dios, y después me di cuenta que terminar también tenía que ser un regalo de Dios. En octubre fui admitido, en noviembre comenzamos las clases (virtuales por la pandemia), en mayo del 2021 viajamos con la familia a España.
Pasaportes, visas, renunciar a un buen trabajo con la Secretaría de Educación Distrital de Bogotá, buscar la autorización de un cambio de domicilio en el exterior para poder seguir trabajando en Colombia, mientras estaba en España, tiquetes, pruebas COVID, el viaje, la llegada, el cielo azul sin nubes, aprender a usar las cebras o pasacalles, la comida. Todo. Era una nueva vida.
El plan era claro. Todos los días por la mañana eran para el doctorado, las tardes y noches para trabajar en Colombia. Leer y escribir. Leer y escribir. Vivir la soledad del proceso, del cambio. Mi esposa, mis hijas, y mi amigo Dgwith fueron fundamentales en este proceso. Siempre se requiere tener un punto de apoyo y de compañía en estos procesos. Pasé por tiempos en que no leía ni escribía, también los hay. Y lo más complicado de manejar es el sentido de culpa: un día y no se hizo nada en la tesis.
Un antes y un después lo marcó la primera publicación. Si el artículo pasaba y era publicado, ese era el camino. Fue publicado. De ahí en adelante las cosas cambiaron mucho. Había un norte claro. También pasé por momentos de no querer seguir, también. Muchas veces me imaginaba sentado en un rincón sin querer salir. También.
Mientras escribo estas líneas pienso que los tres años de doctorado terminan siendo una escuela de transformación humana y de transformación académica. Se aprende mucho haciendo un doctorado, y también se cambia mucho como persona durante el proceso. Finalmente terminó.
Los últimos meses dos cosas me ayudaron mucho a finalizar. Hacer ejercicio, ya que antes no hacía y mi cuerpo y salud se estaban bien afectados, y ChatGPT. La Inteligencia Artificial se convirtió, de alguna manera, en un compañero de conversación sobre el doctorado, sobre todo la redacción, la claridad, la coherencia.
La fecha de entrega estaba para diciembre de 2023, era el límite. No obstante, la tesis se debía entregar tres meses antes, es decir, septiembre. Y, gracias a Dios, se logró. En septiembre estaba el documento terminado. Muchos ajustes hice después de ello. Terminé haciendo un doctorado en Word también, ya que me encargué de hacer el diseño del documento, organizar las tablas, las figuras, etc. etc.
En principio la defensa estaba para diciembre, pero no fue posible por temas administrativos, finalmente quedó para el 29 de enero, día del cumpleaños de mi hija mayor. Y allí estaba yo, en la Universidad de Huelva, en el auditorio de grados con los nervios de punta para defender el trabajo de 3 años.
35 minutos tenía para la defensa, tomé 38. Tenía preparado un video de 30 segundos que en todas las pruebas funcionó, pero a la hora de la defensa no se escuchó, terminé tarareando la canción. Los comentarios fueron oportunos, siempre en positivo, y con miras a desarrollar mucho más la línea.
Al final, la lectura del acta. Sobresaliente. Después me enteraría que fue Cum Laude por unanimidad. Abrazos. Fotografías. Conversación. Almuerzo. Celebración. Este fue el cierre de una etapa y la apertura de otra. Mi mente sigue trabajando en modo doctorado: hay artículos por escribir, artículos por leer, videos por grabar, contactos que hacer, trabajo que buscar.
Después de dos semanas aquí estoy, dejando para la historia esta crónica incompleta porque mucho falta, porque la memoria es episódica y la imágenes llegan por momentos y luego se van, porque este es un evento de vida que transforma.
Infinitas gracias a Dios, a mi esposa, a mis hijas, a mi amigo. A mis directores. A Areandina. A todos los que de una u otra manera aportaron para que esto fuera una realidad.
Comienza una nueva etapa.
Comparto la reseña del evento. Allí hay más fotografías.