Notas sobre la carta 1 de Freire a quien pretende enseñar.

Siempre cae bien regresar a lo básico entendido como lo fundamental, y en temas de educación leer a Freire es fundamental. Con esta entrada inicio la lectura, el estudio en términos de Freire, de su libro Cartas a quien pretende enseñar, obra del año 1994 que tiene plena vigencia hoy, a punto de iniciar el 2020 y cuando estamos sumidos en manifestaciones, paros, marchas, señalamientos de adoctrinamiento, bajos resultados en las evaluaciones nacionales e internaciones, altos porcentajes de deserción y reprobación.

Diez cartas conforman este libro que es una conversación sencilla de su autor con quienes se dedican a enseñar en un mundo que requiere maestros con sentido crítico frente al mundo que les rodea, su rol como maestros, y su accionar como maestro. El ser y el hacer se deben ver enfrentados frente al espejo del sentido crítico no para reducir su acción educativa, sino para brindar herramientas y caminos de mejoramiento continuo, quien es maestros nunca deja de enseñar, de aprender, no interesa si está en clase, en los pasillos, en el transporte público, en vacaciones, en incapacidad.

La primera carta titula: Enseñar – Aprender-. Lectura del mundo y de la palabra. En punto de partida es el acto dialógico entre enseñar y aprender. El acto de enseñar – aprender, dice Freire, requiere comprender el significado crítico de este acto. No es posible enseñar sin aprender y aprender sin enseñar. El maestro que dice enseñar debe ser un constante aprendiente no solo de su área del conocimiento sino de su acción educadora, de sus estudiantes, de cómo aprenden sus estudiantes, de qué quieren aprender sus estudiantes, de su curiosidad.

El siguiente paso del autor está en mencionar que el aprender implica estudiar que es “un que hacer crítico, creador, recreador” (Freire, 1994, p. 47). En uno de los videos publicados en el canal de edutópica invito a mis estudiantes a dejar de estudiar y comenzar a aprender. En nuestro contexto común estudiar es sinónimo de memorizar, de guardar información en la memoria, de repetir, de preparar exámenes. En el caso de Freire, entiende estudiar como un acto donde el sujeto se concentra en comprender el objeto de estudio desde múltiples ángulos, usando múltiples herramientas como diccionarios, manuales, etc., y donde el estudiar implica crear algo nuevo.

En este sentido estudiar implica leer. Entonces leer no es solamente aplicar una decodificación primaria, saber pronunciar un determinado número y tipo de letras, de sílabas, de palabras; “leer es procurar buscar la comprensión de lo leído” (Freire, 1994, p. 48). Así, “enseñar a leer es “comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión” (p. 48). Es importante resaltar que el acto de comprender es más profundo cuando se logra asociar el contexto y el texto, la palabra y el mundo.

El mundo se lee al leer lo cotidiano. Esta lectura antecede a la lectura de la palabra y es necesaria para que la lectura de la palabra se dé de manera efectiva. Para leer y comprender es importante tener en cuenta la lectura del mundo que consiste en ser conscientes de lo que nos rodea, de lo normal, de lo cotidiano.

“Estudiar es desocultar, es alcanzar la comprensión más exacta del objeto, es percibir sus relaciones con los otros objetos. Implica que el estudioso, sujeto del estudio, se arriesgue, se aventure, sin lo cual no crea ni recrea”

(Freire, 1994, p. 52).

Estudiar es la preparación para conocer que lucha para hacerse la oportunidad de conocer. Comprender requiere trabajo de quien lee, de quien estudia, requiere de persistencia. Leer y escribir son procesos que no se pueden separar. Leer conlleva el acto de escribir, estudiar quiere de la lectura y de la escritura.

Es claro que cuando hablamos de enseñanza y aprendizaje se requiere tener un sentido crítico que está inmerso en el hecho de comprender mejor el proceso que tanto estudiante como maestro realizan al enseñar y al aprender. Este sentido crítico está en ir más allá, en profundizar, en pasar por el estudiar para llegar al aprender; en leer con sentido, no solo la palabra sino el mundo, en escribir sobre lo que se lee.

Cada ejercicio de clase debe ser un detonante para el enseñar y aprender con sentido crítico. ¿Cómo lograr que el estudiante desee estudiar, desee leer, desee estudiar, desee escribir cuando lo que desean es todo menos estar ahí en el aula de clase? Un paso en esta dirección podría ser pequeños ejercicios de lectura donde leer el contexto, el mundo, sea fundamental para que el texto (lingüístico, visual, kinésico), tenga sentido.

Al cerebro le encanta aprender. Somos seres creados para aprender, y cuando el estudiante se da cuenta que puede aprender algo que puede ser útil para su vida, se motiva, se interesa. Mucho se puede hacer desde el rol del docente. Si un docente no aprende, no estudia, no lee, no escribe, sus estudiantes no lo harán.

Referencias

Freire, P. (1994). Cartas a quien pretende enseñar. Siglo XXI.