Desde hace algún tiempo he venido escuchando conferencias sobre neuroeducación. Esta rama del conocimiento busca encontrar las claves del cerebro para que el aprendizaje se dé de manera eficaz.
Un entrenador de fútbol, por ejemplo, requiere saber de fútbol, saber organizar equipos, diseñar y aplicar estrategias, y conocer muy bien cómo funciona el cuerpo del deportista de alto rendimiento. Un ejercicio equivocado podría generar un problema a largo plazo.
¿por qué los profesores no sabemos nada del cerebro si ses el órgano del sistema nervioso central que más activo está cuando estamos aprendiendo algo? ¿No deberíamos saber cómo funciona nuestro cerebro para que podamos sacar mayor partido de él?
No tengo las respuestas, pero creo que estamos en mora de interesarnos por el funcionamiento del cerebro en el proceso educativo.
En relación con este tema, tengo dos fuentes confiables: Dr. Roberto Rosler, el Dr. Hernán Aldana. A continuación presentó tres acciones precisas que se deben hacer en el aula, desde la neuroeducación, tomadas de la conferencia; Sobre vivir en el aula, por el Dr. Hernán Aldana.
Si en realidad queremos que nuestros estudiantes aprendan debemos partir por diseñar experiencias sensitivas significativas. El cerebro percibe información mediante los sentidos, y cuando el estudiante experimenta un estímulo sensitivo, con significado, algo sucede en su cerebro de manera que quiere aprender algo.
Cuando el estudiante tiene experiencia sensitiva significativa su cerebro comienza, de manera natural, un proceso de análisis, comprensión, y asimilación de la experiencia; allí se da el procesamiento cerebral. Cuando el estudiante percibe estímulos, su cerebro comienza a trabajar, a pensar, a analizar.
Este segundo paso, el procesamiento cerebral, activa el tercer paso: la respuesta corporal motora; llega la acción, el movimiento, la respuesta.
He tenido en clase estudiantes que me dejan cuidando su cuerpo en el salón, mientras su mente vuela por lugares realmente importantes para él. ¿Qué hago? Llamarle la atención con firmeza, hacerle una pregunta, y otras formas menos honrosas. ¿Qué tengo que hacer? Generar experiencias sensitivas significativas.
Un experiencia sensitiva los pondrá a pensar, a analizar. Entonces, tendré estudiantes que desearán responder preguntas, solucionar problemas, demostrar que están pensando y que están aprendiendo.
Dice el Dr. Hernán Aldana que este último paso es circular, es decir, el movimiento se convierte en una experiencia sensitiva con significado, que llevará al estudiante a realizar un procesamiento cerebral, y luego el siguiente, y el siguiente, y el siguiente.
La neuroeducación nos brinda claves para entender cómo aprendemos, y que nos enseña a enseñar de manera que los estudiantes quieran aprender. Como docentes debemos estudiar el cerebro, aprender de él, y usarlo en el proceso de enseñanza – aprendizaje.
John Anzola