Cerca al colegio donde laboro, y donde realicé al Banco Común de Conocimiento (BBC), hay un plaza. Todos mis estudiantes la reconocen porque es un sitio a donde asisten con regularidad, así que para mi BBC he puesto el nombre de Plaza de Conocimiento. Para comenzar tuvimos una charla sobre el conocimiento y la propiedad del mismo. Llegamos a la conclusión que el conocimiento no es de nadie, por lo tanto es de todos, y todos podemos enseñar y aprender de los demás
La idea les pareció interesante. Dijeron que sí. Así que iniciamos. En la clase del 11 de mayo hicimos la primera parte. En el tablero del salón escribí el nombre de la Plaza del Conocimiento: Universo Study. Con papelitos de color rojo, mencionaron lo que querían aprender; y con papelitos de color verde, lo que podrían enseñar. Algunos dijeron no tener nada para enseñar, algunos tomaron el ejercicio más para tomar del pelo a lo compañeros, pero en general el ejercicio fue exitoso.
La tarea que seguía era grabar en casa un video de un minuto por cada una de las cosas que quería enseñar. Los estudiantes se fueron con la tarea, un día jueves. El siguiente lunes nos encontramos, no todos la trajeron pero muchos sí la hicieron, y no llegaron con videos de un minuto, uno de ellos trajo un video de 9 minutos, enseñando a preparar spaguetis. Muchos se reunieron en grupo para ver las grabaciones de los compañeros, entre ellos se criticaban el video, sugerían mejoras, etc.
Ví algunos. Pensé que les vendría bien algunas ideas sobre grabar con el móvil, así que la clase la destiné para charlar sobre ellos, a partir de una presentación, sobre cómo tomar fotos y grabar videos desde el móvil. Llegamos al acuerdo que todos traerían los videos para la próxima clase. La actividad les motivó, están haciendo otras cosas.
¿Y qué les parece? No llegaron los videos. El ejercicio fue complicado. Esperaba al rededor que 90 videos, y llegaron no más de 10. Dadas las circunstancias les propuse que los videos los grabaríamos en el salón de clase. Cada uno debía traer lo necesario para enseñar que lo deseaba compartir y manos a la obra.
Pasaron dos semanas desde que les dí la idea de hacer el BCC. Lo primero que hice al llegar fue hacer en el tablero la tabla de demandas y conocimientos. Cada estudiante publicaba su nombre, o pedía que yo lo hiciera. La primera parte fue muy dinámica. Los estudiantes manifestaron su deseo de enseñar y también de aprender.
El ejercicio inició. En el orden de postulación, quien iba a enseñar organizaba todo e iniciamos. Al principio hubo un poco de nervios por la cámara, no están acostumbrados, pero en la medida que el ejercicio pasaba entraban en confianza. El tiempo de la clase nos alcanzó para que tres estudiantes hicieran su exposición. Fue agradable el ejercicio.
Una chica enseñó cómo hacer trenzas, otra a maquillar, un estudiante enseñó a amarrarse los zapatos de una manera diferente, otro compañero enseñó a poner los cordones de los zapatos en manera de trenza, y el último, de ese día, enseñó a dibujar.
Uno de los estudiantes quiso enseñar a dibujar. Comenzó haciéndolo bien, pero con el tiempo solo dibujaba y poco a poco fueron rodeándolo sus compañeros mientras miraban y otras admiraban lo que dibujaba. Otras ideas surgieron. ¿Por qué no hacer un concurso de ilustración de cuentos en vivo, con una cámara y proyectado en una pantalla gigantes? A los estudiantes les motiva ver cómo otros crean.
En realidad el BCC no se dio como esperaba, también generó cosas que no imaginaba. Creo que eso es enseñar de otra manera, o por lo menos intentar hacer las cosas de manera diferente. Quedan muchas lecciones del ejercicio. Aspectos a mejorar y buenas experiencias para reseñar.
Terminó con esto. Tengo un estudiante que se caracteriza por no estar nunca donde debe estar ni hacer lo que se le pide que haga. En nuestro último encuentro me pidió que le permitiera manejar la cámara. Nunca había estado concentrado, por lo menos en mi clase, durante tanto tiempo. Grabó. Le gustó. Se motivó. Le gusta el tema de manejo de cámaras. En caso de no haber hecho este ejercicio, nunca habría descubierto que había algo que a él sí lo enganchaba. Valió la pena.